La cruz.

Escrito el 05/10/2018
Ps. Gustavo Muñoz


Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, GólgotaJuan 19:17.


Jesús nos enseñó acerca de lo difícil que pueden ser algunos días en la vida de un cristiano.

Lo demostró cuando Él mismo tuvo que llevar sobre su espalda una pesada cruz.

El peso de la cruz, el calor, la sed y una multitud que lo abucheaba, son la muestra de la dimensión de dolor que podría atravesar el corazón de un mortal.

Amado lector, la vida tiene estaciones de dolor. Usted no se lo espera, pero es necesario que pase por ellas.

Frente al dolor, usted tiene dos opciones: la primera es renegar contra Dios y creer que Él lo abandonó, que Él le falló y ahora su vida depende del destino.

La segunda, es intimar con Dios hasta que logre ver más allá de sus “terribles” circunstancias.

Sí, esperar y ver la poderosa intervención del Señor a su favor, mientras el grandioso plan de Dios sigue en curso.

Tres días trascurrieron entre el dolor y la recompensa. Por lo tanto, recuerde esto: su dolor es pasajero, pero la recompensa será eterna.

En la vida hay tramos difíciles. Terrenos saturados de piedra y tierra seca, pero no tema, pronto usted estará caminando por valles frondosos y coloridos.

Después de la noche, un bello amanecer se dejará ver por la ventana de la esperanza. Después de las lágrimas, carcajadas de alegría brotarán de su boca.

Desarrolle una convicción madura acerca del sufrimiento. Los apóstoles sufrieron, Jesús sufrió. Me pregunto entonces, ¿somos diferentes a ellos? No. Somos tan vulnerables como ellos.

Sin embargo, usted puede tener la confianza en que Dios no permitirá que perezca, Él lo cuidará y lo conducirá por sendas de prosperidad.

Tome su cruz cada día y no la desprecie, el Señor enjugará sus lágrimas.

Gracia y paz.