"Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único". Génesis 22:12.
Dios probó el corazón de Abraham, también probará el suyo. Dios no le pedirá aquello que usted desecha, Él querrá lo que usted más ama.
Si usted en verdad quiere amar y agradar a Dios, en su corazón no debe haber ningún afecto por encima de su amor a Dios.
Dios quiere ser primero en su vida. Mientras usted cuida de que así sea, Dios se encargará de respaldarlo en lo que usted emprenda.
Abraham esperó mucho tiempo antes que naciera Isaac, su hijo, el fruto de la promesa. Sin embargo, una larga espera no justificaría el hecho de que en el corazón de Abraham se invirtieran las prioridades.
¿Acaso usted ama a alguien más que a Dios? Mi opinión es que cuando esto pasa, usted y las demás personas lo pueden notar.
Usted sabe cuándo algo o alguien ocupa el lugar que Dios debería, primordialmente, ocupar en su corazón. Fíjese en algo. Dios pudo probar a Abraham quitándole la vida a Isaac sin su consentimiento, pero no fue así.
Para probar a Abraham, Dios lo guió a un acto de obediencia. En ese sentido, note que es la obediencia el termómetro que revela si Dios está o no en el primer lugar de nuestro corazón.
Dios no hará algo que usted debe y puede hacer. Es usted mismo quien debe caminar hacia el monte Moriah, construir el altar y presentar su propio sacrificio.
Si usted ama a alguien o una cosa más que a Dios, finalmente usted no podrá conservarlo. Uno retiene lo que está dispuesto a entregar.
Amado lector, Dios debe ser el primero en su vida. Lo que Él diga o le muestre, debe ser su norte y su ruta incuestionable.
Si hubiera tantos cristianos, como fuera posible, que amaran a Dios por encima de todo en éste mundo, le aseguro que eso cambiaría para siempre la historia de la humanidad.
Si usted está casado, ore para que su cónyuge ame más a Dios de lo que la ama a usted.
Mujer, si un hombre ama a Dios por encima de lo que la ama a usted, le aseguro que no será infiel, será responsable, respetuoso, amoroso, sobre todo, un hombre de Dios.
De la misma manera, si una persona ama más a Dios que a sus hijos, entonces esa será una valiosa garantía de que su rol como padre o madre se mantendrá integro.
De cuando en vez, usted debería hacer un inventario para saber por dónde se está “escapando” su amor, o hacia dónde o quién, sin darse cuenta, se está dirigiendo.
Recuerde que Dios es primero. Si usted en verdad quiere preservar algo o a alguien, asegúrese de no amarlo más que a Dios.
¡Feliz y próspera semana!
Gustavo Muñoz.