Ahorrar palabras

Escrito el 17/04/2023
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


El que guarda su boca guarda su alma; Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad. Proverbios 13:3.


No siempre debes responder cuando los demás esperan que lo hagas. El sabio hace del tiempo su aliado y entiende que antes de abrir sus labios, debe pensar muy bien lo que va a decir.

Las palabras pueden traer de la muerte el alma del que desfallece, pero también pueden condenar al inocente. Cada palabra vale más de lo que piensas. Bien pueden ser como monedas de oro que engrandecen tu tesoro o como flechas afiladas que engendran dolor.

Antes de hablar, considera como suenan tus palabras en tus propios oídos. La prudencia es de sabios, el mucho hablar es hábito de necios. Si hubiera algo que valdría la pena que un cristiano ahorre, considero que por encima de muchas otras cosas, no hay nada mejor que las palabras. Ellas sazonan o ellas amargan. Ayuna las palabras cuando puedas y cuando sea necesario.

Ahora bien, las palabras bien usadas consuelan y vivifican. Usarlas correctamente vendría bien para ti y para aquellos a quienes amas. Un “te amo” dicho en el momento propicio puede arrasar con el más profundo sentimiento de soledad. Decir “perdóname” es medicina efectiva contra el odio. Un “creo en ti” puede devolverle la confianza a quien la perdió.

Cuidar lo que decimos es una responsabilidad vital. No deberíamos hacerlo por un asunto de simple cortesía, sino más bien, porque entendemos que cuidar nuestras almas, así como el corazón de los demás, es una prioridad de los hijos de Dios.

“En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente”. Rey Salomón.

¡Bendecido día!