¡De corazón!

Escrito el 04/11/2024
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”. Colosenses 3:23.


La aprobación de los hombres es importante, pero la de Dios, es imprescindible. Su estilo de vida debe reflejar un vivo interés por agradar a Dios en todo.

A diario se encontrará frente a una pregunta que cuestionará su espiritualidad: ¿vale la pena hacer esto o aquello o tendré alguna recompensa por hacerlo? 

Si se está cuestionando sobre el porqué no recibe lo que espera de su pareja o de alguien a quien sirve, Dios insiste en que usted debe hacer las cosas como para Él, y no para los hombres.

Eso significa que sus bondades deben, en primer lugar, ser agradables al Señor, el resto, no es de su interés. 

​La virtud de pensar y actuar de esta forma, es que usted será más feliz porque el simple hecho de no esperar recompensa de nadie, le ahorrará un sinnúmero de frustraciones.

Amado lector, ame de corazón y hágalo para Dios. No sea egoísta, evite que la malicia le robe la posibilidad de vivir plenamente.

Cante de corazón y hágalo para Dios. Sirva de corazón y hágalo como para Dios y no para los hombres.

Lo que considera simple, hágalo como para Dios y no para los hombres. La diferencia entre hacer las cosas para Dios o hacerlas para los hombres, es justamente el hecho de no dar lugar al desánimo que produce pensar en la respuesta que recibiremos de los demás.

No sucumba en el desánimo, no se rinda frente a la decepción, Dios tiene memoria de sus bondades, Él no lo dejará sin recompensa.

Esta exhortación del apóstol Pablo también es un llamado a la excelencia. Hacer las cosas como para Dios, debe inspirarnos a buscar los medios necesarios que nos permitan hacer las cosas de la mejor manera.

Sea excelente en lo que hace. No acepte la mediocridad en su profesión cristiana y tampoco en su oficio o trabajo. Este es un desafío a esforzarse para ser mejor en lo que hace.

Por simple que parezca, considere hacer cada cosa en este día como para Dios y no para los hombres.

¡Bendecido día!