Los justos podrán tropezar siete veces, pero volverán a levantarse. En cambio, basta una sola calamidad para derribar al perverso. Proverbios 24:16 NTV.
Fracasar pareciera una regla. Todos hemos experimentado fracasos o pérdidas. En los negocios, en el trabajo, en la familia, o incluso, en nuestra vida espiritual. Sin embargo, eso no nos constituye en fracasados.
La Biblia, por cierto, está repleta de relatos sobre fracasos. Por ejemplo, el primer fracaso que se registra es el de Adán y Eva cuando desobedecieron a Dios.
Luego, encontramos también el relato de una relación familiar fallida entre Caín y su hermano Abel. El relato sobre el fracaso en una guerra comandada por Josué no es menos relevante.
Incluso, el gran profeta Elías se sintió como el más grande fracasado cuando fue amenazado por Jezabel; tal fue su crisis, que deseó no vivir más.
Sin embargo, cada relato sobre un fracaso también revela una historia de superación, de perseverancia y por último, de victoria.
Ahora bien, si todos de uno u otro modo experimentamos el fracaso, ¿qué haremos en adelante con él?
Cuando un justo fracasa, irrevocablemente tendrá que levantarse. Quizá, las palabras de Dios para usted hoy sean: levántese. Inténtalo de nuevo.
Amado hermano, levántese y Dios limpiará sus heridas. No se quede postrado. Jesús dijo que los tropiezos llegarían, pero eso no significa que deba acostumbrarse a vivir derrotado.
Aprenda de sus errores. Reflexione en las causas de su fracaso y en sus consecuencias, pero siga perseverando en la visión de Dios.
Aquellos que han recibido un premio después de una aguerrida competencia, pueden dar fe de que antes de coronarse campeones, tuvieron que esforzarse, vencer sus dudas personales y levantarse cuando cayeron.
No renuncie al sueño que Dios le ha dado. ¡Cobre ánimo, su tiempo aún no ha terminado! Si Dios le ha mostrado un camino, es porque Él considera que está listo para transitar por él.
Pensará que ese fracaso no le servirá para nada, pero la Biblia enseña todo lo contrario a su frustrante idea.
Si ama a Dios más que a cualquier cosa en el mundo, entonces verá cómo sus planes se van configurando poco a poco, de tal manera que sus experiencias negativas terminarán convirtiéndose en una gloriosa bendición.
Cuando ore, pregúntele al Señor: ¿qué quieres enseñarme? Esa es una pregunta sabia. Confíe su vida al Señor y Él le enseñará a aprovechar sus experiencias negativas de tal manera que estas abonen a su éxito.
¡Bendecido día!