Los que confían en Jehová son como el monte de Sion, que no se mueve, sino que permanece para siempre. Salmos 125:1
Es la confianza en Dios lo que nos hace fuertes. Nada es tan seguro como reposar y descansar en la fuerza de su infinito poder.
El monte de Sion es emblemático para el pueblo judío. Fue en ese monte en el que se erigió el templo de Jerusalén, considerado, también, el corazón de la ciudad del rey David.
El autor de este salmo, destaca, de manera intencional, dos importantes características de este monte.
La primera es que el monte no se mueve. ¿Está interesado Dios en que usted no se mueva? A veces sí, sobre todo cuando la dificultad pretende “sacarlo de la ruta correcta”.
Lo que eso significa es que, confiar en Dios, le dará la resistencia y el carácter que necesita para permanecer donde debe estar, aunque no quiera estar.
El llanto le dará paz, pero el carácter le dará el éxito. No se atemorice, yo sé que las olas son demasiado altas, pero no abandone la embarcación.
La vida avanza entre dos acciones: moverse o detenerse. Por lo tanto, usted debe saber cuándo moverse y cuándo quedarse quieto.
Es probable que se sienta juzgado y falsamente señalado por defender sus convicciones. Pues bien, permanezca firme y no retroceda.
La segunda es permanece para siempre. El monte de Sion existe hasta el día de hoy. Ha pasado el tiempo hasta completar siglos de existencia y, hasta hoy, el monte aún permanece en pie.
Hoy el Señor le recuerda que si usted confía en Dios, entonces será como el monte de Sion, que permanece en pie para siempre.
En caso de que haya considerado “tirar la toalla”, hoy lo animo a replantear sus pensamientos. Tirar la toalla no es una opción, luchar es el camino.
Amado lector, su más importante misión hoy, es alimentar su confianza en Dios. Él quiere que permanezca firme y confiando.
¡Bendecido día!