Porque no abandonará Jehová a su pueblo, ni desamparará su heredad. Salmo 93:14
Dios no lo ha dejado solo. Él jamás abandona a un soldado herido. Su determinación a permanecer junto a usted es irreversible e inquebrantable.
Jesús experimentó la soledad en la cruz, pero Él jamás dejará solo a ninguno de sus seguidores.
Usted puede tener la seguridad y la garantía de que la amistad que Jesús le ofrece, no tiene fecha de caducidad. Es para siempre.
Es probable que usted hoy se esté preguntando: ¿Dónde está Dios? Y alguien más responda: “Si Dios en realidad tuviera cuidado de nosotros, esto no nos estaría pasando”.
La promesa de Dios es veraz. Dios no lo ha abandonado. Él sigue a su lado y se mantiene dispuesto a ayudarlo, a darle nuevas fuerzas y a guiarlo por caminos de bendición.
Amado lector, cierre las puertas de su mente a la duda y confíe en lo que Dios le está diciendo.
No sea de aquellos que “replantean” su fe cuando llegan las pruebas. Más bien, sea de aquellos que fortalecen su fe para enfrentar la prueba.
Hoy debo hacerle un llamado a descansar, a confiar. ¿Podría detenerse por un momento para recordar cuán profundo es el amor de Dios por usted?
Sus errores y sus pecados no han consumido el eterno amor con el que Dios lo ha amado. Entienda esto: Dios no descuidará lo que le pertenece y usted, es propiedad de Dios.
Diga un par de veces: “Señor, te pertenezco, por eso confío en que tú no me dejarás jamás”. Hágalo, hasta que usted mismo lo crea.
Quizá usted tiene miedo del mañana, desconoce lo que acontecerá con usted y su familia; es probable que se encuentre agobiado por la carencia de un bien material; pues bien, el Señor hoy le dice: no te abandonaré.
No te dejaré en los brazos de la suerte y tampoco en las manos de tus acciones desesperadas, yo me encargaré, yo mismo lo haré.
Vaya, refúgiese en la promesa de Dios: «no abandonaré a mi pueblo». Si en su niñez o adultez sufrió el abandono, debo decirle que los seres humanos fallamos una y otra vez, pero Dios, jamás falla.
Él no lo dejará.