Regresar a Dios

Escrito el 20/03/2025
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


Regresa, oh Israel, al Señor tu Dios, porque tus pecados te hicieron caer. Oseas 14:1


¿Recuerda a Superman? En las entregas clásicas de sus peleas, nunca lo vimos perder una batalla. Sin importar cuántos enemigos lo enfrentarán, siempre lo vimos triunfar.

Sin embargo, Superman tenía un peligroso enemigo que lo debilitaba. Aquel enemigo no era alguien, era algo: La Kryptonita.

La Kryptonita era una especie de mineral cristalino de color verde que le provocaba una profunda debilidad. Diezmaba instantáneamente sus poderes.

Cuando Superman se acercaba a la Kryptonita, se nublaba su razón y quedaba a merced de sus enemigos. En definitiva, en esta historia de ficción, la Kryptonita hacía vulnerable al superhéroe.

¿Acaso el pecado no es para usted lo que la Kryptonita era para Superman?

Amado lector, de todos sus enemigos, existe uno que lo asechará hasta el último día de su vida. No tendrá misericordia de usted y, a toda costa, procurará destruirlo. Ese enemigo es el pecado.

Cualquier otro enemigo podrá ser vencido en un estrado judicial o incluso podría ser reducido a través de la fuerza física. Pero, ¿cómo vencer el pecado?

Hay una clave de infinito valor en las palabras del profeta Oseas. Él dijo: “regresa oh Israel, al Señor tu Dios”.

Ese regreso está basado en el arrepentimiento, en el dolor de haber fallado, así como en el deseo de obrar correctamente.

Regresar significa renunciar a un estilo de vida en el que Dios ocupa un lugar menos importante que el que debería tener. Significa rendirse y dar vuelta, esta vez, para correr a los brazos amorosos del Padre.

Cada vez que nos alejamos de Dios, nuestra vida se hace caótica. Es el pecado lo que nos aparta de Dios. Su Señor nunca querrá estar lejos de usted. Lo cierto es que el amor por el mundo y sus placeres nos convierte en viajeros errantes que abandonan la tranquilidad de la casa del Padre para enfrentar la destrucción de las calles. 

Su vida cambiará cuando determine regresar. Vuelvase a Dios. Reaccione y corra a los brazos del Señor. Restablezca su comunión con Él. Reconcíliese con Dios. Dios lo perdonará y lo restaurará. 

Fuerte abrazo.