Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe. Juan 3:30
¿Se atrevería a convertir esta expresión del profeta en una oración personal e íntima?
La grandeza del profeta Juan no radicó en la altura de su llamado, sino en la grandeza de su carácter. Él sabía quién era y mejor aún, sabía quién era Jesús.
Juan fue reconocido por Jesús como el más grande de los hombres nacidos de mujer. Lo que significa que todo aquel que reconoce la grandeza de Nuestro Salvador, será también reconocido por Él.
¿Por qué Juan “el bautista” deseó menguar? Porque de esa manera, y únicamente de esa manera, Jesús tendría el lugar que merece y así podría experimentar la plenitud de la vida de Dios.
Es que es necesario vivir conscientes de que nosotros somos la mecha de la vela y Jesús es la luz que la hace alumbrar.
Un inventario nos vendría bien. Sí, un inventario para descubrir lo que nos sobra y no lo que nos hace falta. Un inventario que revele la dimensión de nuestro orgullo y el tamaño de nuestro egoísmo. ¿Cuántas cosas están de más en nuestras vidas? Tal vez un poco de vanidad aquí y un poco de necedad allá.
Menguar es disponernos para que el Espíritu Santo viva en nuestros corazones. Él llena al que está dispuesto a despojarse.
Nuestra oración a Dios hoy debe reclamar la humildad que caracteriza a los hijos de Dios y el ropaje de nobleza que nos diferencia de los demás. El salmista entendió claramente su misión en la tierra cuando afirmó: “Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos”. Salmo 100:3.
Amado lector, Jesús es el centro; nosotros estamos en la periferia, nuestra tarea es adorarlo y exaltarlo.
No se trata de nosotros, se trata de Dios. La verdadera riqueza no está solamente en descubrir nuestro propósito, sino en el hacer la voluntad de Dios. ¿Qué espera Dios de ti? ¿A dónde quiere que vayas? ¿Qué quiere que hagas?
Hoy es un buen día para declarar las palabras de Isaías: “heme aquí, envíame a mí”. Esto es como decir: lo que quieres que haga, eso haré. He entendido que eres Dios supremo y grandioso, por tanto, estoy listo para engrandecer tu nombre, no el mío.
Tú menguas, Él crece.