“Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.” Apocalipsis 2:4.
Su relación con Dios debe basarse en una obediencia inspirada por el amor a Él. La espiritualidad se hace insípida cuando el amor por Dios disminuye.
El interés por las cosas del Espíritu poco a poco se va perdiendo cuando abandonamos el primer amor, y entonces, rápidamente nos encontramos en un territorio peligroso y destructivo.
Es posible ser un cristiano de larga data sin perder la pasión por las cosas espirituales. El tiempo o sus experiencias con Dios no deben endurecer su corazón a la voz del Espíritu Santo. Al contrario, debe hacerlo más sensible.
Vele y cuide su pasión. Vuelva a enamorarse de Dios. Conserve el ánimo mientras sigue los pasos del maestro. Asegúrese de alimentar su pasión e intenso amor por Dios y entonces, sus frustraciones morirán de hambre.
La pasión por Dios es el mejor antídoto contra el pecado. Si es intenso en su fe, no le costará mucho rechazar la maldad o repudiar el pecado.
Ame a Dios. Él desea ser el primero en su vida. Dios jamás se conformará con ser el segundo. Tampoco compartirá el primer lugar con nadie.
Amar a Dios es su prioridad. Busque a Dios y pídale que avive su amor por Él. Mi consejo para lograr dicha meta es, vuelva a lo básico.
El mensaje para la iglesia de Éfeso fue: “haz las primeras obras”. Retorne al punto partida. Eso no significa que retrocederá, significa que recuperará el verdadero sentido de su fe.
Haga lo fundamental. Ore. Lea la Biblia. Congréguese. Reflexione en soledad. Haga algo por alguine más. Amado lector, encienda motores, de la marcha se encargará el Señor.
¡Bendecido día!