Ver más allá.

Escrito el 03/11/2020
Ps. Gustavo A. Muñoz L.


Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo? Lucas 9:25.


Jesús quiere que piense en lo eterno. Sin duda alguna, su rutina le hará pensar en la inmediatez de sus compromisos, en cambio, Dios quiere que goce de una vida que trascienda.

Todo lo que hoy tiene (sus logros y cualquier privilegio que hay recibido durante su vida terrenal) no lo acompañarán en su eternidad, pero lo que sí estará con usted, incluso cuando muera, será el depósito de Dios en su interior.

Amado lector, recuerde que su ciudadanía es celestial, por lo tanto, puede que sus tareas sean terrenales, pero su recompensa ciertamente es celestial.

Jesús predicó entre las paredes de un mundo materialista. Y lo que es peor, un pueblo que se consideraba a sí mismo espiritual, pero ignoraba la obra eterna de Salvador.

Jesús hacía preguntas difíciles y ésta, por supuesto, es una pregunta difícil que usted querrá resolver en privado: ¿de qué le servirá tener la admiración de todos si al final su alma se perderá?

¿De qué le servirá amontonar dinero, si por más valorada que sea su moneda, usted no podría pagar por su entrada al cielo? Considérelo, quizá deba reflexionar y bajar un grado su intensidad laboral.

Es probable que haya renunciado a servir a Dios, argumentando que su tiempo es dinero y sin dinero, usted no podrá brindarle a su familia un buen futuro. Sin embargo, si fuera sabio, entendería que buscar el reino de Dios y su justicia lo harán benefactor de infinitos tesoros.

Dios le ha dado tiempo y vida para que se ocupe de lo que verdaderamente importa. Una de las desgracias más grandes que usted podría enfrentar, es la de alcanzar todo lo que se proponga en esta vida, y aún así, experimentar un sentido de vaciedad en su corazón que nada de lo que tiene puede llenar. Ese es el resultado de ignorar el valor que tiene la eternidad. 

Un miserable es exactamente eso. Alguien admirado por el mundo, pero cuestionado en el reino de Dios. Amado lector, recupere la visión por lo  eterno. 

Lo material perece, se consume. Por más de que lo desee, no podrá retenerlo para siempre. Tarde o temprano llegará a las manos de alguien más. Por eso, lo animo a orar hoy por una clara visión de lo eterno.

Estoy seguro que usted podrá comprar esa casa que anhela, ese auto que desea, podrá viajar como lo ha soñado y Dios, quizá, le ayudará a materializar esos sueños que ha guardado en su corazón.

Sin embargo, nunca olvide esta pregunta: ¿de qué le servirá alcanzar todo lo que se ha propuesto, si sus métodos no son los correctos? ¿De qué le servirá sentirse realizado terrenalmente, si al final su alma se perderá?

Piénselo. Que la vida terrenal no le quite la posibilidad de gozar de una eternidad con Jesús.

Gran abrazo.