¡Jehová, he oído tu palabra, y temí! ¡Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate de la misericordia! Habacuc 3:2.
Si el fuego no es alimentado por un material incendiario y oxígeno, entonces su tendencia por naturaleza, será extinguirse.
Esto no es menos cierto en su vida espiritual. En muchos textos de la Biblia se menciona el fuego tipificando la pasión y la obra santificadora del Espíritu Santo.
Ciertamente, éste es el único fuego vital para la vida, así como el único que aunque arda en usted, jamás le hará daño.
¿Cómo está su fuego hoy? ¿Se siento avivado? Desearía que sí, pero si no lo es, entonces permítame decirle esto: Dios quiere encender la llama del Espíritu en usted.
Es necesario que usted se disponga para que el fuego de Dios obre en los rincones más inhóspitos de su corazón.
Lo cierto es que, mientras sus días transcurren, usted sentirá que su corazón comienza a retener recuerdos, sentimientos e intenciones que le generan daño.
Entonces, lo más sabio que usted puede hacer, es exponerse al fuego vivificante de la presencia de Dios.
Usted no será un mejor cristiano, a menos que no anhele el fuego. Tampoco será un esposo sobresaliente y un padre ejemplar, a menos que clame por el fuego de Dios llenando su corazón.
Vuelva a apasionarse. No permita que el gusto por el pecado o los hábitos dañinos tomen lugar en su vida.
El desánimo, la pereza y la ingratitud, son síntomas de la frialdad espiritual. Si usted identifica una de ellas, entonces expóngase al fuego del Espíritu Santo. Le aseguro que Él lo llenará de nuevo.
Piense bien en la raíz del problema. Quizá el problema no está afuera, lo más probable es que esté adentro. Si, en su corazón.
La frialdad espiritual pinta solamente en tonos grises. Mientras el fuego de Dios no arda en su corazón, usted deberá lidiar con las pequeñas zorras destruyendo sus viñedos y las moscas haciendo heder su perfume.
Ríndase a los pies de Jesús. Clame por un avivamiento personal que lo enamore más de Dios y de su Palabra; así mismo, que lo inspire a amar mucho más a su familia.
Confiese al Señor sus caminos. Cuéntele sobre aquellas zonas peligrosas y frías por las que usted está caminando y pídale que lo acerque al fuego de nuevo.
Usted ha llegado hasta aquí porque su necesidad de Dios lo ha guiado a buscar la ración espiritual que requiere para emprender su día. Entonces no se vaya sin ella.
Dígale al Señor humildemente, que avive Su obra en su corazón. Eso es todo lo que usted hoy necesita.
¡Disfrute su día!