E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió. 1 Crónicas 4:10.
La oración de Jabes fue osada. Su petición no estuvo adornada de palabrería, por el contrario, fue directa y muy específica.
No me extraña que Dios le haya concedido lo que Jabes pidió, lo que en realidad me sorprende, son las motivaciones que invadieron su corazón para pedir lo que pidió.
Yo tengo la convicción de que Dios puede hacer cosas sorprendentes en su vida, pero la condición es que su corazón debe estar alineado con su voluntad.
Jabes no pidió nada que Dios no hubiera planeado darle ya. Su corazón, su estilo de vida y sus motivaciones, estaban alineadas con el Espíritu Santo.
Así como Jabes pidió bendición, note que también pidió ser guardado del mismo mal que aquello que recibiría podría generarle.
Además, estoy seguro de algo: Jabes estuvo dispuesto a afrontar cambios. Su oración fue una oración por cambios.
En él, había una determinación a pagar un precio con tal de que su vida no fuera la misma después de aquella oración.
Jabes le pidió a Dios que ensanchara su territorio, y para que eso fuera posible, él mismo debía estar dispuesto a incomodarse.
Es posible que al igual que Jabes, usted se sienta estrecho. También, es muy probable que se sienta inconforme con su condición actual. Pues bien, Jabes lo estaba, oró y sus circunstancias cambiaron, pero antes que cambiaran las circunstancias, cambió él.
Debo preguntarle entonces: ¿anhela que sus circunstancias cambien? Si su respuesta es afirmativa, entonces debo preguntarle algo más: ¿Está realmente dispuesto a cambiar antes que Dios cambie sus circunstancias?
El primero que debe comprometerse con el cambio no es Dios, es usted. Dios hará su parte cuando usted se disponga para hacer lo que debe hacer.
Si usted está pidiendo una bendición extraordinaria, pero aún no se convence de renunciar a la mentira o a su actitud ventajosa, nada ocurrirá.
Usted debe entregar algo. Créame, la historia de Jabes no me asombra por lo que Dios le entregó. Sé que Dios, cómo a Jabes, bendijo a muchos otros hombres de la Biblia. Lo que en realidad me asombra, es la actitud de entrega que tuvo Jabes.
Si usted invoca a Dios de verdad, tenga la certeza de que usted será en gran manera bendecido.
Dios es poderoso y amoroso, Él puede bendecirlo de maneras inimaginables; pero recuerde, deberá estar dispuesto a enfrentar cambios significativos.
Por ejemplo, renunciar al egoísmo espiritual.
Las peticiones que le está haciendo a Dios ¿bendicen a alguien más? ¿Tiene como meta bendecir a otros?
Le propongo algo: “incluya en la ecuación” a otros. Pida, pero no pida tan solo para usted, pida ya que su vida se constituye en una de bendición.
¡Bendecido día!