Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. Juan 15:5.
Podemos ser cristianos y aun así, no estar unidos a Jesús, y como consecuencia, carecer de fruto. A este tipo de cristianos los llamamos cristianos nominales.
Podríamos autodenominarnos cristianos, pero no orar por nadie, no ayudar a nadie, y además, tener un mal carácter. Incluso, podríamos mostrarnos como cristianos, mientras pecamos deliberadamente.
Parece contradictorio, pero lo mismo ocurre en otros escenarios. Podríamos también tener una licencia de conducción y conducir un vehículo con notables limitaciones y lo que es peor, pasando por alto las normas de tránsito.
En fin, lo que decimos ser no es lo que nos define, lo que en realidad nos define, es el fruto que producimos.
Yo sé que un árbol es de manzanas porque produce manzanas, o es de mango porque en vez de guayabas produce mangos. Es simple.
Lo mismo ocurre en nuestra vida con Dios. Los frutos, es decir, el carácter, las actitudes y los comportamientos, hablan de la calidad de nuestra fe y por supuesto, de nuestra fidelidad al Señor.
Ahora bien, su cercanía con Jesús demandará tiempo para orar y estar a solas con Él.
Su espíritu debe mantenerse unido a Jesús a través de la oración. Pero sepa una cosa, su oración debe provocar una actitud de confianza. ¡Usted no puede orar y luego olvidar que Dios sigue a su lado!
Por otro lado, su mente debe enfocarse en el Señor. Puede que usted ore, pero si su mente es gobernada por las cosas de este mundo, entonces eso será exactamente lo que reflejará: amor por las cosas del mundo.
El deseo de Dios es que su ley gobierne sus pensamientos durante todo el día y su consejo aparezca en las más sencillas de sus acciones. Una rama no puede decirle al árbol: “estaré sujeta a ti durante la mañana y la tarde, pero la noche me pertenece, me separaré de ti”. ¡No! Aquello no es posible. Una vez que la rama se separa del árbol, no habrá manera de que el fruto nazca.
Mantenerse unido al Señor en este día es su reto, pero más que un reto debe ser su delicia. Amado lector, dependa de Dios y confíele al Señor los resultados. Esta fórmula no fallará jamás.
Con amor, su servidor.