El poder del amor

Escrito el 04/09/2022
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 1 Corintios 13:2.


La acción de amar es una clara evidencia de que usted es realmente espiritual.

Si se lo propone, podrá hacer muchas cosas buenas por los demás. Sin embargo, ninguna de ellas superará el mandato de Jesús para usted: amar a su prójimo.

Amar es su tarea continua y nunca termina. Debe amar a Dios, a su familia, hermanos en la fe, amigos y a todos aquellos que caminan lejos de Dios.

Amar es, sin duda alguna, la fuerza más poderosa del mundo. Tan poderosa es, que supera el odio y destruye las enemistades. Une los corazones y da segundas oportunidades.

Amado lector, ¿qué tanto ama? Dios quiere que sea un fiel reflejo de su amor. Su voluntad no es que hable de amor, su voluntad es que permita que la ley del amor gobierne sus acciones. 

Es posible que se encuentre frustrado porque en éste momento le resulta imposible ir de vacaciones con su familia; o quizá está enfrentando la impotencia por no poder comprar aquello que sus hijos desean.

Permítame decirle algo: para su familia, sentirse amada es mucho más importante que las vacaciones que quiere darles. Tengo la responsabilidad de decirle que hoy, es el día para demostrarle a su pareja y/o familia, cuánto les ama.

La vida y las relaciones exigen amor. Pero, si se siente seco, entonces lo animo a ir a la fuente del amor perfecto: Jesús. Él lo saciará y lo capacitará para amar como nunca antes.

Cuando acude a Jesús, de manera extraordinaria Él comparte su naturaleza amorosa con usted y lo sacia para que pueda dar de lo que recibió.

Ame. Demuestre su amor. No asuma que la gente que lo rodea sabe que les ama, más bien, permita que ese amor se manifieste de manera real y apasionada.

Lo extraordinario de pasar tiempo con Dios, es que nuestra visión de la vida y de nuestras relaciones cambia, somos transformados y entonces, aunque nuestros corazones hayan sido lastimados o defraudados, éste se regenera para amar de nuevo.

Hoy sólo le diré: ame. No eche a perder sus bendiciones al permitir que su corazón albergue rencor o ira contra alguien. No se deje llevar por los impulsos.

Esa llenura lo hará sentir libre y le dará la capacidad de amar, incluso, a las personas que no piensan igual que usted. No guarde rencor, ame. Pida al Señor, amor por aquellas personas que aparentan no merecer su amor. 

¡Bendecido día!