Despojarse

Escrito el 27/04/2023
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,” Hebreos‬ ‭12:1‬


¿Quiere ganar? Entonces despójese de las cargas que lo están limitando en su marcha. Usted tiene un peso sobre sus hombros que le está robando libertad a su espíritu.

Un atleta se esmera por tener un peso ideal. Cuanto menos peso lleve consigo, mejor será su rendimiento y desempeño durante la carrera. El desafío de todo atleta es el de "despojarse".

Usted es igual a un atleta y, por tanto, tiene el mismo desafío: despojarse. Quizá usted esté llevando un peso acumulado sobre sus hombros y eso lo tenga anclado al estancamiento.

El peso tiene nombre propio. Se puede llamar: odio, resentimiento, dolor injustificado, enojo, envidia, celos, murmuración, incredulidad, temor o duda, o quizá, frustraciones que no lo dejan avanzar.

Debo decirle entonces que su carrera vale la pena, no siga cargando con el peso que tanto daño le está haciendo. Déjelo caer, libérese de él. Usted perderá toda posibilidad de coronarse campeón si se resiste a despojarse de todo aquello que lo limita.

El pecado no es menos dañino. Mientras usted admita el pecado en su vida, el enemigo ganará un territorio de su vida que no le pertenece. Lo que hará será estorbarlo, y a su vez, buscar su destrucción.

Cierre las puertas de su vida al pecado. Considérelo como lo que es, su enemigo. Note que el texto afirma: "y del pecado que nos asedia". Esto significa que, a dónde quiera que usted vaya, el pecado intentará estorbar su camino. No necesitará invocarlo o buscarlo, él aparecerá para contaminarlo.

Usted ha sido llamado por Dios para alcanzar sus grandes y eternos propósitos. No vale la pena que cambie una gran corona por un instante de placer y una vida entera de dolor. 

Concéntrese. Mire el objetivo. Corra con la paciencia que el Espíritu Santo le da; no se agite, controle su ansiedad, despójese de lo que no sirve, sobre todo, de aquello que le está impidiendo avanzar.

Mi consejo es que vaya a los pies del Maestro y entregue todo lo que le está estorbando; le aseguro que Él entenderá su sentir. Cuéntele a Dios cuáles son esas cargas que lo están limitando y haga lo propio, despójese de ellas.

Entienda que esa es una acción que usted debe llevar a cabo. Es su responsabilidad despojarse. Levántese hoy y busque las grandiosas reservas de la misericordia de Dios y esfuércese por su corona.

¡Bendecido día!