Tus testimonios son muy firmes; la santidad conviene a tu casa, oh Jehová, por los siglos y para siempre. Salmos 93:5.
Procure ser mejor, usted puede serlo.
¿Por qué conformarse con quién usted es hoy, cuando existen todas las posibilidades de superar sus limitaciones?
Es cierto que Dios nos ama tal y como somos. Sin embargo, su deseo es mudarnos hasta que seamos semejantes a Jesús.
Si es madre, padre, empresario o artista, recuerde esto: Dios demanda santidad. No hay nada que le convenga tanto, como la búsqueda de la santidad en toda su manera de vivir.
Otra versión de este maravilloso texto dice: “la santidad es el adorno de tu casa”. Amado lector, usted es el templo del Espíritu Santo. Entonces le pregunto: ¿cuál su más importante y destacado adorno?
Lucir y reflejar la santidad de Dios es su más importante virtud. La belleza del cristiano está en el ropaje de la pureza. Vístase de santidad y pureza y le aseguro que será admirado por los demás y luego será honrado por Dios.
Ore al Señor y busque su santidad. El Espíritu Santo quiere llenar su vida de tal manera que pueda gozar de una vida cristiana plena.
Esfuércese por hacerle frente a las intenciones pecaminosas de su corazón y, confíe en el poder de la sangre de Cristo que nos purificó y nos limpia de todo pecado.
El Señor hoy quiere purificar su vida. Su más detestable enemigo es el pecado, es por eso que usted precisa de la santidad de Dios.
Todos consideramos imitar a Jesús como predicador, evangelista, líder, etc., pero pocos son conscientes de que la virtud esencial que debemos imitar de Jesús es su santidad.
Si la santidad adorna y conviene a la casa de Dios, entonces también le convine a su familia. Todo es distinto cuando la santidad es nuestra prioridad. Dedíquese a orar en este día por pureza y santificación. Su vida cambiará para siempre.
¡Bendecido día!